7.2.
La Restauración Borbónica
(1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El
movimiento obrero y campesino.
A. Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo
gallego.
A fines del siglo XIX, nacen en
Cataluña y el País Vasco movimientos que cuestionan la existencia de una
única nación española en España. El punto de partida de los argumentos
nacionalistas consiste en afirmar que Cataluña y el País Vasco son
naciones y que, por consecuencia, tienen derecho al autogobierno.
Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades diferenciales:
lengua, derechos
históricos (fueros), cultura y costumbres propias. Estos movimientos
tendrán planteamientos más o menos radicales: desde el autonomismo al independentismo.
Cataluña y los demás reinos de la Corona de Aragón habían perdido sus
leyes y fueros particulares con los Decretos de Nueva Planta, tras
la guerra de Sucesión. Durante el siglo XIX, el siglo del nacionalismo en toda
Europa, el sentimiento nacionalista se reavivó entre una burguesía
que estaba protagonizando la revolución industrial. A esto habría que añadir a
la corriente romántica cultural, que evocaba hechos de un pasado
glorioso y que, las elites locales catalanas utilizarán para asentar un poder
frente al intrusismo político liberal de Madrid. El nacionalismo catalán se fue
construyendo en varias etapas:
·
En la década de 1830, en pleno período romántico, se inicia la Renaixença,
movimiento
intelectual, literario y apolítico, basado en la recuperación de la lengua
catalana.
·
En 1882, Valentí
Almirall creó el primer periódico escrito en lengua catalana (Diari
catalá) y el Centre Catalá, organización política que
reivindicaba la autonomía y denuncia el caciquismo de la España de la
Restauración. Su filosofía política será progresista y federalista.
·
Enric Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista
(1891) de ideología conservadora. Al año siguiente, esta organización aprueba
las
denominadas Bases de
Manresa, programa en el que se reclama el autogobierno
y una división de competencias entre el estado español y la autonomía catalana.
Fuertemente nacionalista, la Unió Catalanista no tuvo
planteamientos separatistas.
·
En 1901 nace la Lliga
Regionalista con Francesc Cambó con principal dirigente y con
Prat de la Riba como ideólogo. Es el primer partido nacionalista catalán
de carácter conservador, católico y burgués con dos objetivos principales:
o
Autonomía política para Cataluña dentro de España. La Lliga nace
alejada de
cualquier independentismo. Cambó llegó a participar en el gobierno de Madrid.
o
Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes. El
nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la burguesía y el
campesinado. Mientras tanto, la clase obrera abrazó mayoritariamente el
anarquismo.
El nacionalismo catalán del XIX fue burgués, tradicionalista, conservador
y autonomista, no independentista.
A lo largo del siglo XIX, las sucesivas Guerras Carlistas no supusieron
sino derrotas para el Pueblo Vasco, tras las cuales se fueron eliminando
paulatinamente los Fueros, en un complicado proceso que, iniciado por
la Ley de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos, culminó con la
Ley de 21 de julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación
del ordenamiento foral. La defensa de los fueros vascos quedó ligada a la
causa carlista durante el siglo XIX. La burguesía vizcaína, enriquecida
por la naciente revolución industrial, fue el terreno social en el que nació el
nacionalismo vasco. El desarrollo de la siderurgia vasca produjo una
fuerte inmigración, sobre todo a la ría de Bilbao, y profundas transformaciones
de la sociedad rural tradicional. De esta forma, el nacionalismo vasco de Sabino
Arana con el P.N.V. trató de defender la tradición, el catolicismo, la
lengua y el mundo rural frente a los intrusos venidos de fuera:
- Independencia de Euskadi y
creación de un estado vasco independiente en el que se incluirían siete
territorios, cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra) y
tres franceses (Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa)
- Radicalismo antiespañol
- Exaltación de la etnia vasca y
búsqueda del mantenimiento de la pureza racial. Esta actitud
racista implicaba la oposición matrimonio vasco y maketos
(habitantes del País Vasco procedentes de otras zonas de España), rechazo
y desprecio ante estos inmigrantes, en su mayoría obreros
industriales.
- Integrismo religioso católico: El
lema del PNV será “Dios y Leyes Viejas” Este aspecto es un claro
elemento de continuidad con el carlismo.
- Promoción del idioma y de las
tradiciones culturales vascas.
Euskaldunización de la sociedad vasca y rechazo de la influencia
cultural española, calificada de extranjera y perniciosa.
- Idealización y
apología de un mítico mundo rural vasco, contrapuesto a la sociedad
industrial "españolizada".
- Conservadurismo ideológico,
tanto en el terreno social como en el político, que lleva al
enfrentamiento con el PSOE, principal organización obrera en Vizcaya.
Regionalismo gallego.
Igual que en
Cataluña, el regionalismo gallego surgió en el contexto del Romanticismo y se
llamó O Rexurdimento,
basándose en la denostada lengua y cultura gallega. También inició su
andadura durante la Restauración y, en 1889, Manuel Murguía (esposo
de Rosalía de Castro) funda la Asociación Regionalista Galega aunque con un
desarrollo mucho más lento y menos arraigo social que en Cataluña o el País
Vasco, debido en gran parte al atraso económico de esta región. Además destacamos
los planteamientos de Alfredo Brañas, cuyo
pensamiento no pretendía alcanzar un Estado independiente, ni siquiera un
federalismo, sino un modelo descentralizado designado como autonomía.
B. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO.
La etapa
inicial del movimiento obrero español se prolongó desde comienzos
del siglo XIX hasta 1868, y se caracterizó por la aparición
de las primeras asociaciones de trabajadores, por la persistencia del
antimaquinismo (ludismo), por el aumento
de la conflictividad laboral, por el comienzo de las huelgas y por
la apertura de los primeros periódicos obreros. La represión
gubernamental fue una constante, hasta que en
1839 se aprobó el decreto por el que los obreros podían formas asociaciones de socorro mutuo,
que con el tiempo pasaron a ser más reivindicativas que organizaciones
únicamente de ayuda. La primera de ellas fue la Sociedad de Tejedores de
Barcelona.
Las primeras huelgas tienen lugar en 1855 en
Cataluña, y a
partir de 1868 y durante todo el
Sexenio, la expansión del movimiento obrero en España conoce un fuerte impulso.
La AIT (I Internacional) es una de
las razones de esta expansión. Las
primeras ideas de la AIT llegan a España con influencias del anarquismo, que fueron mayoritarias sobre
las marxistas. Un anarquista italiano Giuseppe Fannelli, va a crear la sección española de la AIT. Que
tuvo más fuerza sobre todo en Andalucía,
Cataluña y Valencia. En 1870 los bakunistas españoles crearon la FRE, Federación
Regional Española, (sección española de la AIT).
Por el
contrario, un reducido número de internacionalistas madrileños, con Pablo Iglesias a la cabeza, prefirió
secundar las propuestas ideológicas marxistas y se enfrentó a los
anarquistas, mayoritarios dentro de la AIT española. Surgirán
multitud de pequeños sindicatos y revistas sin conexión entre ellas. Tras la Semana Trágica
formarán el sindicato de la C.N.T. en 1910.
La llegada a
Madrid de Lafargue, yerno de
Marx, y propagandista socialista, reforzó esta posición. Extendió
los planteamientos marxistas que calaron en Madrid, País Vasco y Asturias.
La figura más importante del marxismo español fue Pablo Iglesias que fundará el P.S.O.E. en 1879 y la
U.G.T. en 1888. Pedían la intervención del Estado y la
nacionalización de los sectores económicos más importantes.
En el mundo rural, los campesinos continuaron con unas condiciones de
vida de miseria, sin tierras y asalariados. Muchos debieron abandonar el campo
y fueron a las ciudades a buscarse la vida en busca de un nuevo trabajo en las
fábricas, en especial hacia Cataluña y hacia el País Vasco. El anarquismo fue
mayoritario entre los campesinos, por encima del socialismo.
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