7.3.
El problema de Cuba y la
guerra entre España y Estados Unidos. La crisis
de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.
A. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados
Unidos.
Tras la independencia de la mayor parte
del imperio a inicios del siglo XIX, sólo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico, y el archipiélago de las Filipinas en sudeste asiático continuaron formando parte del
imperio español. Cuba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de exportación,
esencialmente basada en el azúcar
de caña y el tabaco, en la que
trabajaba mano de obra negra esclava.
Eran unas colonias que alcanzaron un importante
desarrollo y que eran muy lucrativas
para la metrópoli (España). Cuba se
convirtió en la primera productora de azúcar del mundo.
Las duras
leyes arancelarias y las políticas proteccionistas impuestas por el
gobierno de Madrid durante el siglo XIX convirtieron estos territorios en un
"mercado cautivo"
de los textiles catalanes o las harinas castellanas. Esta situación
perjudicaba claramente a la economía local que podía encontrar productos mejores y más baratos en los
vecinos Estados Unidos. En Cuba y Puerto
Rico, la hegemonía española fue basando cada vez más en la defensa de los
intereses de una reducida oligarquía
esclavista peninsular, beneficiada por la relación comercial con la
metrópoli.
El caso filipino era bien diferente.
Aquí la población española era escasa y muy pocos capitales invertidos. El
dominio español se sustentaba en una pequeña presencia militar y, sobre
todo, en el poder de las órdenes
religiosas.
El problema cubano y la guerra con
Estados Unidos
La Guerra Larga
(1868-1878), iniciada con el Grito de Yara y liderada por
Céspedes, fue saldada, con la actuación del general Martínez Campos que culmina con la Paz de Zanjón (78), había sido
un primer aviso serio de las aspiraciones independentistas cubanas. La ausencia de reformas facilitó el que el
anticolonialismo se desarrollará pese a la represión del gobierno de la
restauración.
José Rizal en Filipinas y José Martí y Antonio
Maceo en Cuba se configuraron con figuras claves del nacionalismo independentista filipino y
cubano respectivamente. En 1895
estallaron de nuevo insurrecciones
independentistas en Filipinas y Cuba.
Una dura y cruel guerra volvió a provocar que decenas de miles de soldados procedentes de las clases más humildes
fueran embarcados hacia esas distantes islas. El ejército español contó con
pocas ayudas de unos gobiernos que apenas podían sostener los gastos de la
guerra. Muchos soldados eran jóvenes pobres de origen rural que asistían a la
guerra sin formación ni con medios adecuados.
La gran novedad de esta segunda guerra
colonial va a ser la ayuda
estadounidense a los rebeldes cubanos. Washington ayudó a los
insurrectos esencialmente por dos razones:
•
Intereses
económicos
mineros y agrícolas. Cuba era la primera productora del mundo de azúcar.
•
Interés
geoestratégico. El naciente
imperialismo norteamericano buscaba el dominio del Caribe y Centroamérica.
En realidad, el enfrentamiento que se
aproximaba en Cuba mostraba la pugna
entre un imperialismo moribundo, el español, y uno que estaba naciendo y que iba a marcar los tiempos posteriores,
el norteamericano. La explosión en el navío norteamericano Maine en el puerto de La Habana, explosión que costó la vida de 254
marinos estadounidenses, propició una furibunda campaña periodística de las cadenas de Pulitzer y Hearst. El
gobierno norteamericano del presidente
McKinley,
alentado por una opinión pública cada vez más belicista, declaró la guerra a
España. El conflicto fue un paseo
militar para Estados Unidos que conquistó Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
En Filipinas, la escuadra
norteamericana derrotó a la española en la batalla de Cavite (1
de mayo de 1898) y, en agosto, los norteamericanos, ocuparon Manila.
En Cuba, la flota del almirante
Cervera, tras permanecer sitiada en Santiago, fue derrotada el día 3 de
julio, y el día 17 se rendía la ciudad. A finales de julio. Ante esta
situación, el 12 de agosto España pidió un armisticio y renunció a la soberanía
de sus colonias.
España firmó la Paz de París
en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España cedió a EE.UU. la
isla de Puerto Rico, que hoy sigue
siendo un estado asociado de EE.UU., Filipinas
y la Isla de Guam en el Pacífico. Todo a
cambio de 20 millones de dólares. Cuba
alcanzaba la independencia bajo la
“protección” estadounidense (Enmienda Platt y base
militar de Guantánamo).
En junio de 1899, el
gobierno español, ante la imposibilidad de mantener los últimos reductos del
Imperio colonial, firmó el Tratado hispano-alemán, que suponía la
cesión de las islas Marianas (salvo Guam),
las Carolinas y las Palaos, a cambio de 15 millones
de dólares.
B. LA
CRISIS DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS
ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS.
Las
consecuencias del desastre.
- Demográficas. Se calcula
que las guerras de 1895-1898 provocaron 120.000 muertos, la mitad de ellos soldados
españoles. La mayoría de las muertes se produjeron por enfermedades infecciosas como la
fiebre amarilla, la tisis, la disentería, etc.
- Sociales. La
mayoría de los muertos y los heridos procedían de las clases bajas, de aquellos sectores de la población que no habían
podido pagar el dinero necesario (2000 pesetas) que excluía de las
quintas.
- Económicas. Las
repercusiones económicas no fueron importantes a corto plazo, salvo la fuerte subida de los precios de los
alimentos en 1898. La pérdida de las colonias supuso una
importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la
economía peninsular. El fin de la guerra permitió al ministro Fernández Villaverde
abordar algunas reformas necesarias
en el sistema de impuestos y en la emisión de deuda, lo que supuso un
saneamiento de la situación de la Hacienda. Por primera vez en mucho
tiempo, el estado español tuvo superávit a principios del siglo XX.
- Políticas. El
desastre provocó el desgaste de
los partidos turnantes. Así, se produjo la pérdida de autoridad y
el final de la carrera de los políticos que habían dirigido la primera
etapa de la Restauración, apareciendo nuevos líderes como Silvela y Maura en
el Partido Conservador, y Canalejas y Montero
Ríos en el Partido Liberal.
- Militares. El
desastre provocó un fuerte
desprestigio del ejército. El ejército, pese a las impopulares
quintas, a los recursos materiales y a los sacrificios humanos, no había
estado preparado para un conflicto como el ocurrido. La imagen del ejército salió fuertemente dañada del
98.
- Psicológicas. En el
plano de la psicología colectiva, el pueblo español vivió la derrota como
un trauma nacional,
extendiéndose los sentimientos de inferioridad, desmoralización e
impotencia.
- Internacionales. España
deja de ser una potencia mundial, con territorios distribuidos por todo el
mundo, y se convierte en una potencia de segundo orden.
Esta conmoción nacional provocó una
profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra crítica de los diversos autores que
componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu, Azorín...).
Propuestas de reforma y modernización política como el Regeneracionismo,
con una doble vertiente de reforma política
y de reforma educativa. Se criticó el bipartidismo y el caciquismo como
elementos esenciales de los males de España. Se produjo también un mayor empuje y presencia de los nacionalismos
periféricos, ante una evidente
crisis de "la idea de España". El Regeneracionismo de Joaquín Costa fue
la principal expresión de una renovada conciencia nacional que aspiraba a la
reforma del país. El pensamiento de Costa se basó en una crítica radical al sistema caciquil que había impedido la
implantación de una verdadera democracia basada en las clases medias y la
modernización económica y social del país.
La derrota de 1898 había puesto de
relieve de forma trágica y súbita todas las limitaciones del régimen de la Restauración y su parálisis a la
hora de afrontar los problemas sociales y la modernización del país.
Como centro cultural importantísimo se
debe señalar la Institución Libre de Enseñanza (1910),
fundada por Fernando Giner de los Ríos, que
defendía una enseñanza laica, coeducación,
métodos de enseñanza intuitivos y supuso un intento de renovación de la
sociedad española, especialmente de la burguesía, con ideales progresistas. De
este Centro surgieron grandes intelectuales del siglo XX como la Generación del 27: Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Dámaso
Alonso, Juan Ramón Jiménez, Luis Buñuel (cineasta), Salvador Dalí, José Ortega y Gasset y el científico Ramón y Cajal.
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