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miércoles, 25 de abril de 2018

11.2 y 11.3 del Franquismo




11.2.      Política económica del franquismo: de la autarquía al desarrollismo. Transformaciones sociales: causas y evolución.

1)      De la Autarquía al desarrollismo.

La larga posguerra y la autarquía (39-50)

Tras la Guerra Civil el panorama económico español era desalentador. El régimen optó por la autarquía económica, es decir por prescindir de las relaciones económicas con el exterior y utilizar exclusivamente los recursos propios del país buscando la autosuficiencia económica, tanto por razones ideológicas, siguiendo los modelos fascistas y por razones económicas y políticas, como por la ausencia de reservas de oro y la imposibilidad de obtener créditos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y el aislamiento internacional.
El Estado puso en marcha una política intervencionista que facilitó el control de la economía por parte del régimen que retrasó la recuperación económica:

·           Se limitaron las importaciones lo que provocó una gran escasez de materias primas y de bienes de consumo.

·           Se fijaron los precios de los productos agrarios y se centralizó la producción y comercialización de cereales a través del Servicio Nacional de Trigo que compraba las cosechas para garantizar el abastecimiento.

·           Se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941 para impulsar la industrialización mediante la creación de empresas públicas en los sectores básicos como astilleros, siderurgia, electricidad, automoción, etc.: ENDESA, Iberia, SEAT, HUNOSA, ENSIDESA, etc. A la vez, se multiplican los monopolios: RENFE, CAMPSA, Tabacalera Española, etc. Esta política generará un importante gasto público y la subida de los precios.

Las consecuencias de esta política fueron: la carencia de alimentos y productos básicos, el hambre y la miseria de la población. Ante la escasez de productos se impuso la cartilla de racionamiento como medio de distribución de los artículos de primera necesidad hasta 1952. Los productores tenían que vender toda la producción al Estado a un precio fijado por éste y luego, el Estado los vendía a los consumidores a un precio establecido. Pero los precios se fijaron por debajo del valor real y muchos productores escondieron parte de la producción para venderla en el mercado negro, surge así “el estraperlo”, un mercado en el que se vendían a un precio real (más alto) productos fuera del control estatal (casi un 30% de la producción) y que fue el origen de considerables fortunas.

El resultado fue el estancamiento económico, el retraso industrial por falta de materias primas, maquinaria y tecnología, el aumento de la inflación, el descenso de la rentar per cápita y la forzosa emigración de las ciudades al campo en busca de alimentos básicos. Las dificultades aumentaron a partir de 1945 cuando España quedó aislada internacionalmente y la autarquía no era ya una opción política.

De la década de los 50 al desarrollismo de los 60.

Este periodo trajo la consolidación y la forma definitiva del régimen. El periodo empieza con el acceso al gobierno de varios ministros tecnócratas del Opus Dei al gobierno en 1957. Esta incorporación fue la antesala de la reforma económica de 1959 conocida con el nombre de Plan de Estabilización, que traería la liberalización de la economía y el desarrollo de los sesenta.

El Plan de Estabilización de 1959

Diseñado por Mariano Navarro Rubio y López Rodó que habían accedido al gobierno en 1957 y que, contaron con la colaboración de los economistas Juan Sardá y Enrique Fuentes Quintana. Este plan económico fue elaborado siguiendo las indicaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se trataba ante todo de liberalizar la economía, acabando con el período autárquico e intervencionista del Estado. Se recortó el gasto público y disminuyó el intervencionismo, a la vez que se abría la economía al exterior, devaluando la peseta subiendo los tipos de interés y liberalizando las inversiones extranjeras.
Las consecuencias se apreciaron en poco tiempo. A partir de 1961, tras reducirse el déficit del estado y recibir abundantes inversiones del exterior, España inició un acelerado crecimiento económico.

El desarrollo económico de los años sesenta

El período 1959-1969 vino marcado por un rápido crecimiento industrial y del sector servicios. La apertura económica al exterior provocó un verdadero aluvión de inversiones extranjeras que llegaron atraídas por los bajos salarios.
El desarrollo industrial desencadenó una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las ciudades y hacia Europa. A la vez que la agricultura se modernizaba, amplias zonas del interior quedaban despobladas.  
En el terreno comercial, España alcanzó un superávit en su balanza de pagos. El tradicional déficit de la balanza comercial se vio compensado por los ingresos procedentes del espectacular desarrollo del turismo, las inversiones extranjeras y las remesas enviadas por los emigrantes en Europa. Para tratar de encauzar el crecimiento económico, el gobierno aprobó a partir de 1963 varios Planes de Desarrollo basados en los incentivos fiscales y en las ayudas estatales tuvieron un resultado bastante inferior al previsto. La economía siguió creciendo, pero la planificación no funcionó. El mejor ejemplo fue el creciente desequilibrio entre las diferentes regiones del país.
En definitiva, el período 1961-1973 estuvo marcado por un gran desarrollo económico, inserto en un marco general de expansión europea y mundial. Ese contexto exterior favorable permitió abundantes inversiones extranjeras, una masiva llegada de turistas y la eliminación del paro mediante la emigración a Europa.


2)      Los cambios sociales.

Durante la primera etapa del franquismo hasta 1959.

La sociedad española sufrió un giro hacia formas más conservadoras. En general, el franquismo supuso la vuelta a los valores rurales y tradicionalistas anteriores a la República, por ejemplo, para la mujer, el retorno al sistema de valores tradicionales machistas y la pérdida de todos los derechos y avances conseguidos durante la Segunda República. La mujer estaba sometida al hombre. La consideración del delito de adulterio, solo para la mujer, fue la manifestación extrema del machismo de esa sociedad.
En la educación se prohibió la coeducación y se acostumbraba a la mujer, desde muy pequeña, a su papel clásico de ama de casa y sumisa al hombre. La legislación laboral dificultaba el acceso de las mujeres al mundo del trabajo. A esto hay que añadir que la Iglesia fomentaba el rol femenino de madre, viendo con malos ojos a aquellas mujeres que intentaban incorporarse al mundo laboral y anteponían estos valores a los de ser madres.

El franquismo pretendió restablecer la cultura católica y nacional tradicional frente a la presencia de la liberal y progresista de la etapa anterior. La educación pasó a ser controlada por la Iglesia católica, después que el profesorado liberal sufriera un proceso de depuración.  Por otro lado, se produjo un aumento de la población rural, sobre todo en la década de los 40, mientras que la natalidad se redujo a niveles de la Guerra Civil.

Cambios sociales de los 60 e inicio de la sociedad urbana.
Tras los duros años de la posguerra, en los que la sociedad española había quedado anclada a un tipo de sociedad arcaica, los años sesenta presenciaron un acelerado cambio social. Hay que recordar, que la generación nacida en los años de postguerra no luchó en el conflicto, con lo que, albergó, nuevas formas de pensar y nuevos problemas.
Los principales rasgos de la nueva sociedad española se resumen en:
Masiva emigración rural a las ciudades y a Europa occidental. Casi 2 millones de españoles se desplazaron a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países europeos para desempeñar los trabajos que no querían los nativos. La emigración trajo consecuencias positivas como la reducción del paro o el ingreso de las abundantes remesas enviadas por los emigrantes, pero trajo consigo el desarraigo humano que toda emigración implica y la agudización de las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país.
Fuerte incremento de la población. A la vez que se reducía la tasa de mortalidad, la tasa de natalidad se mantuvo en valores muy altos e incluso aumentó. Para atender las necesidades de esta población creciente el gobierno no aumentó el gasto público lo que llevó a que los servicios públicos fueran claramente insuficientes: En el terreno educativo el número de escuelas e institutos fue muy por detrás de las necesidades de una creciente población infantil y juvenil.  Aunque se crearon algunos enormes hospitales y desde 1963 aumentaron las prestaciones sanitarias y los sistemas de pensiones, la cobertura sanitaria siguió estando muy alejada de lo que requería una sociedad moderna. El crecimiento demográfico provocó un enorme déficit en vivienda que trató de resolverse mediante grandes operaciones inmobiliarias en las ciudades españolas. Estos nuevos barrios nacieron a menudo sin equipamientos sociales y urbanos básicos.
Creciente escolarización. Toda la sociedad española quedó escolarizada, con un fuerte componente ideológico y una enorme influencia de la Iglesia. La educación quedó dividida por géneros y tomaron mucha fuerza los Frentes de Juventudes: con sus secciones masculina y femenina, que formaba a las futuras generaciones del movimiento. A partir de la Ley de 1970, la secularización de la educación española se irá haciendo de manera lenta pero progresiva.
La sociedad de consumo: Pese a sus limitaciones, el desarrollo económico propició la aparición de la sociedad de consumo en España. La extensión del uso de electrodomésticos, dos tercios de los hogares tenían televisión en 1969, y del coche, un cuarto de las familias españolas poseía un automóvil ese mismo año, fueron los elementos que mejor ejemplificaron la nueva sociedad. La sociedad de consumo, caracterizada por el acceso a más información y por una mayor movilidad, trajo, especialmente entre los más jóvenes, una nueva mentalidad que chocaba con el tradicionalismo del régimen:
  • Progresiva relajación de la importancia de la Iglesia.
  • Nuevos hábitos de relación social y nuevas pautas de relación entre ambos sexos.
  • Modas, costumbres e indumentarias que llegaron a través del turismo.
  • Influencia de otras culturas en especial la norteamericana y la europea occidental. En este sentido, la televisión y el cine hicieron de plataformas masivas de cambio.


11.3.      La oposición a la dictadura: principales grupos y evolución en el tiempo.  La crisis del franquismo desde 1973 a la muerte de Franco.

Durante el régimen franquista se produjeron distintas fuerzas de oposición que tuvieron más o menos presencia y que fueron evolucionando a medida que el dictador iba envejeciendo.
Principales grupos de oposición y evolución en el tiempo.
La República y el exilio

Los dirigentes republicanos huidos del país en 1939 mantuvieron un gobierno de la República en el exilio tratando de mantener la legalidad surgida de la Constitución de 1931. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de Hitler supondría la intervención de las tropas aliadas y el fin de la dictadura de Franco. Todas estas esperanzas vinieron a su fin cuando España fue reconocida por los USA en un contexto de la Guerra Fría. España ingresó en la ONU en 1955 dando por terminado el aislamiento internacional del régimen. Tras el reconocimiento internacional al régimen franquista, el gobierno republicano en el exilio siguió, aunque con mucha menor presencia. La sede de dicho gobierno fue París desde 1946.
Al término de la guerra civil cerca de 500.000 españoles partieron al exilio, siendo Francia y México sus principales destinos. Los republicanos españoles afincados en Francia participaron activamente en la lucha contra la Alemania de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, y varios miles de ellos fueron enviados a campos de concentración. Al término de la Segunda Guerra Mundial las esperanzas de los exiliados de que las potencias aliadas intervinieran para poner fin a la dictadura se vieron defraudadas. Un conato de invasión republicana por el Valle de Arán en 1944 se saldó con un estrepitoso fracaso.
Un buen número de los más brillantes exponentes de la cultura española figuraron entre los exiliados, como Juan Ramón Jiménez (premio Nobel de Literatura), Pedro Salinas, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Salvador de Madariaga, Ortega y Gasset o Claudio Sánchez Albornoz.
La guerrilla antifranquista

Según las tropas franquistas fueron ocupando las diferentes regiones del país muchos combatientes republicanos, huyendo de la represión, se "echaron al monte" formando grupos de guerrilleros, 
los maquis. Las acciones guerrilleras se intensificaron tras la derrota nazi en 1945. Los maquis trataban de colaborar con la anhelada intervención de los aliados en España. La dura represión y el final de las esperanzas de una intervención exterior llevaron a que en 1948 el PCE renunciara a la lucha armada y llamará a los guerrilleros a huir del país. Sin embargo, la lucha de los maquis siguió de forma residual hasta mediados de los 50.
Los monárquicos 
Conspiraron para derrocar al dictador y hacer retornar la monarquía en la persona del hijo de Alfonso XIII, don Juan de Borbón. En 1943 un grupo nutrido de tenientes generales dirigió una carta a Franco en la que pedían la restauración de la monarquía. En 1945, era el propio don Juan el que hacía público un manifiesto, solicitando a Franco la restauración monárquica en su persona. Pero Franco contrarrestó la actividad de este sector con la Ley de Sucesión y, más tarde, negociando con don Juan que su hijo don Juan Carlos, fuera educado en España bajo su supervisión.
Las protestas sociales universitarias

En 1951, el boicot a los tranvías de Barcelona por la subida de tarifas constituyó la primera protesta de masas en la historia del franquismo. En la universidad, las tensiones fueron creciendo en demanda de más libertad en las cátedras y en las aulas. El malestar universitario culminó en los incidentes de la Universidad Complutense de Madrid en 1956 con enfrentamientos entre los estudiantes y los falangistas del SEU (Sindicato de Estudiantes Universitarios). Estos incidentes, que provocaron la dimisión del ministro de Educación Ruiz-Giménez, mostraron la aparición de una nueva generación, formada esencialmente por los hijos de los vencedores, que iniciaba su oposición a la dictadura. Durante las década de los 60 y los 70
el movimiento estudiantil se extendió con fuerza y las protestas estudiantiles alcanzaron una importante repercusión social.
Los partidos y sindicatos de oposición
Los diferentes grupos políticos y sindicales se adaptaron de diferente forma a la dura represión del franquismo y a la evolución de la sociedad española. Mientras que el PSOE se convirtió en un partido débil y dividido entre sus dirigentes del exilio y del interior, el PCE pasó a constituirse en el principal partido de la oposición con una fuerte estructura clandestina. Mientras, los anarquistas, así como los republicanos, prácticamente desaparecieron.
En el terreno sindical destaca el nacimiento en 1962 de las Comisiones Obreras, actual CC.OO. Propiciadas por el Partido Comunista, se basaron en el aprovechamiento de las fisuras legales que permitía la legislación franquista y en la infiltración en la Organización Sindical. Los sindicatos históricos, la UGT y la CNT, apenas tuvieron presencia durante la dictadura.
Los cambios sociales y la proximidad de la muerte del dictador facilitaron la extensión de las actividades de oposición a la dictadura. Diversos movimientos de protesta confluyeron en el período final del franquismo:
El movimiento obrero, organizado esencialmente en torno a CC.OO. y alentado por el PCE, pasó de las reivindicaciones laborales a la concienciación política antifranquista.
Los movimientos nacionalistas se reforzaron en diversas capas sociales de Cataluña. En el País Vasco, junto a un cada vez más influyente PNV, ETA (creada en 1959) fue acrecentada su protagonismo con sus acciones terroristas.
La Iglesia.
El Concilio Vaticano II favoreció la extensión de movimientos católicos de base críticos con el franquismo (obispo Vicente Enrique Trancón) que colaboraban con los partidos de oposición y el movimiento obrero. Incluso, sectores influyentes de la Iglesia Católica mostraron una creciente lejanía respecto a la dictadura.
En definitiva, sin poder derrumbar al régimen franquista, los movimientos de oposición consiguieron crear una amplia red social de contestación a la dictadura que aflorará tras la muerte de Franco y que fue clave para la transición a la democracia. 

La crisis del Franquismo (1973-75).
Entre 1973 y 1975 se produjo la descomposición del régimen franquista, motivado, principalmente, por el deterioro físico de Franco (quien cada vez delegaba más poder de decisión en Carrero Blanco), el distanciamiento, cada vez mayor de una parte de la Iglesia (en la persona del cardenal Vicente Enrique y Tarancón) y la cada vez mayor capacidad movilizadora de la oposición, además de las acciones terroristas de ETA y del FRAP.
La decadencia también se evidenció por las tensiones dentro del régimen entre los inmovilistas, partidarios de mantener sin cambios el régimen instaurado desde la sublevación del 36; y los aperturistas, a favor de realizar reformas que llevasen a una democracia limitada. La parálisis política se agravó a partir de diciembre del 73 con el asesinato de Carrero Blanco, jefe de Gobierno, por ETA.
En los dos últimos años de dictadura, Carlos Arias Navarro fue el elegido como jefe de Gobierno. Su política se caracterizó por una mayor represión, entre otras cosas al constatarse la existencia de una asociación clandestina de militares demócratas, la Unión Militar Democrática (el ejemplo de la revolución de los claveles de Portugal, que en abril de 1974 había visto como el ejército acababa con la dictadura. España era la última dictadura de Europa). La presión de la oposición era muy intensa en la Universidad, en las grandes fábricas y en los nuevos barrios obreros de las ciudades. Las manifestaciones y huelgas eran reprimidas con brutalidad por la policía o la Guardia Civil.
En los 70, las democracias occidentales acabaron aceptando el régimen, aunque se mantuvo su exclusión de las instituciones políticas internacionales. La ejecución de cinco sentencias de muerte para miembros del FRAP y de ETA, en 1975, por parte del Gobierno, produjo una protesta internacional contra la dictadura. En los últimos días del franquismo se volvió al aislamiento internacional y moral de los 40. Franco, reaccionando como en tiempos pasados, pronunció su último discurso en Madrid, atribuyendo las protestas a una conjura de los enemigos de España.
Coincidiendo con la agonía de Franco estalló el problema del Sahara. Después de 1973, se había constituido el Frente Polisario en defensa de la independencia saharaui. La ONU había exigido a España un proceso de descolonización. En 1975, representantes del Gobierno español y del Frente Polisario se reunieron en Argel para tratar este tema. Aprovechando la debilidad del Gobierno español y la enfermedad de Franco, Hassán II, rey de Marruecos, vio la oportunidad de anexionarse este territorio. En octubre tuvo lugar la Marcha Verde, en la que miles de marroquíes se dirigieron a la frontera del Sahara. El miedo a una guerra con Marruecos hizo que la dictadura claudicara y aceptara la anexión del Sahara por parte de Marruecos y Mauritania.
Franco moría el 20 de Noviembre del 75, acabando la dictadura más larga de la España contemporánea y el país se abría a un destino incierto.


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