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martes, 10 de abril de 2018

10.3 y 10.4 La Guerra Civil


10.3        La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La dimensión internacional del conflicto.

Se tratará de una contienda que supondrá el preludio de la  II G. M en la que liberalismo y socialismo lucharán conjuntamente frente a los fascismos derechas autoritarios. Son precisamente estas implicaciones internacionales las que se debatieron en la Guerra Civil, pudiendo adelantar en este sentido, que la intervención de la Italia fascista y de la Alemania nazi a favor de los sublevados (o Nacionales) fue determinante. El descompensado apoyo internacional que obtuvo cada bando en la contienda explica el desenlace de la misma.
1. La sublevación militar y el estallido de la guerra.
El 17 de julio de 1936, la insurrección militar se inició en Melilla. Desde allí se extendió rápidamente al conjunto del protectorado de Marruecos. El 18 y 19 de julio, el golpe se extendió a la península y los archipiélagos. Mientras el gobierno de Casares Quiroga reaccionaba con lentitud ante los acontecimientos.
El golpe triunfó en Galicia, Castilla-León, Navarra, con el general Mola en Pamplona, Andalucía Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla, Baleares, excepto Menorca, con el general Goded que después se desplazó a Barcelona para ponerse al frente de la insurrección, y Canarias, desde donde Franco, tras asegurar el triunfo del golpe en el archipiélago, se desplazó a Marruecos el día 19 para ponerse al frente del ejército de África. También triunfó en enclaves aislados como Oviedo, con el general Aranda, Granada, donde tuvo lugar asesinato de García Lorca, y Zaragoza con el general Cabanellas.

El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró finalmente con la República, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía.
Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid y en Barcelona, donde una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto abortó la insurrección. En general, exceptuando en Navarra, Galicia, Marruecos y Castilla-León, la sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares insurrectas. Factores como las dudas o la resolución de los sublevados y las autoridades encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera y el papel de la Guardia Civil fueron claves para entender el resultado final del golpe en cada zona del país.
El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la guerra.

La zona nacional contaba con las reservas de cereal y ganado de Castilla y Galicia y las minas de carbón leonés y de Riotinto en Huelva. Ante todo, tenía un ejército mucho más preparado que contaba con divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía y, sobre todo, con el Ejército de África, la Legión y los Regulares.
La zona republicana quedó con las regiones industriales, y contaba con el trigo en La Mancha y los productos de las huertas levantinas. También pudo disponer de las reservas de oro del Banco de España. Sin embargo, las unidades del ejército quedaron prácticamente desarticuladas. La mayor parte de los oficiales se sublevaron y el propio gobierno disolvió muchas unidades cuya fidelidad era dudosa. La Armada, sin muchos de sus oficiales, y la Aviación permanecieron en manos del gobierno republicano.

En los siguientes días y ante la imposibilidad de cualquier salida pactada, se declara una guerra civil que durará casi 3 años. Los dos bandos, nacionales o sublevados, iniciaron la hostilidades con fuertes represiones en sus zonas controladas. La guerra se hizo, por desgracia, inevitable.
2. La Dimensión internacional del conflicto.

Apoyo internacional a los sublevados.

 ITALIA FASCISTA Y ALEMANIA NAZI: La ayuda de sendas potencias a los sublevados se explicaría a partir de motivos de tipo político y estratégico:
  • El conflicto español les servía como campo de pruebas de cara a la guerra mundial que se avecinaba, pudiendo experimentar nuevas armas y estrategias.
  • Hitler y Mussolini, simpatizaban ideológicamente con los sublevados dirigidos por Franco, pues los tres encarnaban el autoritarismo de extrema derecha. La idea era acabar con el liberalismo y, sobre todo, con el comunismo.
  • El apoyo a los sublevados abría la posibilidad de ejercer influencia sobre un nuevo aliado que podía ser útil para la política internacional en el futuro (sobre todo a nivel estratégico). Así sucedió durante la II GM, en la que Franco no llegó a participar pese a las entrevistas mantenidas con Hitler en Hendaya (1940) y con Mussolini en Bordighera (1941). No obstante, envió voluntarios para el frente ruso (División Azul) y, después de 1945, protegió a algunos nazis y fascistas perseguidos.

Aunque se pactaron unas ayudas a crédito, finalmente fueron prácticamente semigratuitas y Alemania e Italia recibieron limitadas contraprestaciones económicas por su apoyo a Franco. Dichas ayudas italo-germanas consistieron básicamente en:
  • Por parte italiana unidades militares completas como la Corpo di Truppe Volontarie (CTV), que llegó a sumar 40.000 hombres.
  • Por parte alemana la Legión Cóndor, una división de unos 6.000 hombres que combinaba aviación, artillería antiaérea y técnicos de primera clase, responsable, entre otras acciones, del bombardeo de Guernica.
  • Cobertura naval y aérea durante todo el conflicto, especialmente decisiva en el paso de las tropas estacionadas en África a través del Estrecho de Gibraltar.
  • Material bélico nuevo y de primera categoría, fundamentalmente alemán.
  • Reconocimiento inmediato del Gobierno de Franco a través de diferentes iniciativas diplomáticas.

PORTUGAL: País vecino gobernado por Antonio de Oliveira Salazar que envió una división de apoyo (los Viriatos) y contribuyó decisivamente en el control de la frontera, que abrió a los rebeldes y cerró a los republicanos.
IRLANDA: Fascistas irlandeses organizados en la Legión de San Patricio.
PAPADO: Su respaldo diplomático fue decisivo, alentando a los católicos de todo el mundo a apoyar lo que la Iglesia española calificó como “cruzada”. El Estado Vaticano reconoció el régimen franquista ya en el verano de 1937 y tras la finalización de la contienda la Iglesia Católica será un pilar decisivo del Franquismo.
Apoyo Internacional de la República:

Las potencias democráticas más importantes del momento o bien se desentendieron (neutralidad) del conflicto u optaron por prestar un exiguo apoyo al gobierno español legítimo:

GRAN BRETAÑA: Sus gobiernos conservadores no solo se abstuvieron de apoyar al Gobierno de la II República, sino que mantuvieron una discreta oposición al triunfo de la causa y promovieron una política de apaciguamiento hacia los fascismos.
FRANCIA: Se permitieron e incluso se alentaron todo tipo de adhesiones colectivas y actos de apoyo al Gobierno republicano español, aunque no hubo ningún pronunciamiento oficial. El Gobierno francés se limitó a cerrar las fronteras para evitar la entrada de armas en España y también participará de la política de apaciguamiento por miedo a provocar a la Alemania nazi.
ESTADOS UNIDOS: Se mantuvo neutral para no alimentar el “comunismo europeo” del que consideraban partícipe a parte del gobierno republicano. Empero, esta neutralidad no impidió el acceso del ejército franquista a la gasolina estadounidense (aunque en la práctica se llegó a vender).
            La mayoría de las potencias acordaron la no injerencia diplomática y militar en los asuntos españoles y prohibieron las exportaciones de armamento a España. Esta política, conocida con el nombre de “no intervención”, sirvió para impedir al Gobierno de la II República que se aprovisionara de armas en el extranjero para defenderse. Por este motivo tuvo que hacerlo de forma clandestina y con enormes dificultades, lo cual ahondó la diferencia de equipamiento entre uno y otro ejército. Para que el acuerdo de no intervención fuera efectivo, se encargó a un comité creado en Londres en septiembre de 1936 por iniciativa francesa que velara por su cumplimiento. Esta política, defendida sobre todo por el Gobierno británico, tuvo un éxito relativo, ya que si bien aisló al conflicto español, reforzó el fascismo y alentó un conflicto internacional como fue la II GM.
LA URSS. Ante este panorama, la República solo contó con el apoyo efectivo de la URSS a partir de septiembre de 1936, tras muchas reticencias iniciales y con una minúscula ayuda de México, presidido entonces por Lázaro Cárdenas, que proporcionó sobre todo municiones y acogió a numerosos exiliados republicanos al término de la guerra. La ayuda soviética fue impulsada por una política de acercamiento a los gobiernos republicanos para hacer frente a la amenaza del nazismo y se concretó en dos aspectos:
  • La ayuda directa con la entrega de armamento. Se hizo de forma clandestina y lenta, y la II República hubo de pagar al contado con el oro del Banco de España. Este armamento, especialmente el de aviación y carros de combate.
  • El Gobierno soviético ordenó a la Internacional Comunista que organizara el reclutamiento de voluntarios de todo el mundo, las Brigadas Internacionales, e impulsó movimientos de solidaridad antifascista en los países occidentales. Fomentó, asimismo, la presencia diplomática con la llegada a España del primer embajador soviético desde el nacimiento de la URSS.

Finalmente cabría significar las simpatías de la izquierda mundial y de la mayoría de los intelectuales hacia la causa republicana. Algunos incluso, sobre todo europeos y americanos, acudieron a España, pudiendo destacar al fotógrafo húngaro Robert Capa y literatos como el francés André Malraux (autor de la novela La esperanza y de la película Sierra de Teruel), el británico George Orwell (Homenaje a Cataluña) y el estadounidense Ernest Hemingway (“Por quién doblan las campanas”).


10.4.        Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos.

1. Fases de la guerra civil
El avance nacionalista durante los primeros meses de la guerra

Un elemento clave para comprender la victoria final de los nacionales fue el "puente aéreo" organizado con aviones alemanes e italianos que permitió el rápido traslado del Ejército de África a la península. Los legionarios y regulares, fuerzas profesionales que superaban con facilidad a las desorganizadas milicias obreras y campesinas, iniciaron un rápido avance hacia Madrid. En el camino, el general Yagüe que mandaba las columnas decidió desviarse hacia Badajoz. La ciudad cayó  y se inició una brutal represión que escandalizó al mundo y produjo un gran número de víctimas.  Las tropas continuaron su avance hacia Madrid y antes de alcanzar Madrid, Franco decidió desviar de nuevo las tropas para liberar a la guarnición asediada en el Alcázar de Toledo. La "liberación del Alcázar" fue un gran triunfo propagandístico para Franco.  Mientras, Mola tomó Irún y San Sebastián aislando al País Vasco de la frontera con Francia.
La Batalla de Madrid

El 18 de octubre de 1936 las fuerzas nacionalistas dirigidas por Varela llegaron a las afueras de Madrid. En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid. El 4 de noviembre de 1936 ocuparon Alcorcón, Leganés, Getafe y Cuatro Vientos. La caída de la capital en manos de las tropas rebeldes parecía inminente.

Ante la superioridad militar de las fuerzas nacionales, partidos y sindicatos obreros alentaron la movilización del pueblo madrileño para defender su ciudad. El grito de No Pasarán!" se hizo celebre en todo el mundo. La moral de la población madrileña aumentó con la llegada de refuerzos exteriores. Las Brigadas Internacionales, cuerpo de voluntarios organizados esencialmente por los comunistas; tanques y aviones rusos, la columna del anarquista Durruti llegaron para ayudar en la defensa de la capital. La ciudad fue sometida a bombardeos aéreos por aviones alemanes y se produjeron duros combates en la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de los Franceses. Las tropas republicanas consiguieron resistir y, finalmente, Franco ordenó el fin del asalto frontal a la ciudad.
Las Batallas del Jarama y Guadalajara. La toma de Málaga

Tras fracasar en su intento de atacar frontalmente a Madrid, Franco intentó cercar a la capital. Este intento dio lugar a la batalla del Jarama, una de las más encarnizadas de la guerra, y la batalla de Guadalajara, donde las tropas italianas enviadas por Mussolini fueron derrotadas. Mientras las tropas franquistas tomaban Málaga con una dura represión. El fracaso ante Madrid hizo que Franco optara por una nueva estrategia: ya no busco acortar el conflicto, sino que fue atacando las zonas más débiles de los republicanos.
La Campaña del Norte

De la primavera al otoño de 1937, las tropas nacionales conquistaron la zona norte republicana que había quedado aislada del resto del país. Uno tras otro, el País Vasco, Cantabria y Asturias fueron cayendo en manos de Franco. Durante esta campaña tuvo lugar el célebre bombardeo de Guernica. La Legión Cóndor, grupo aéreo alemán enviado por Hitler, bombardeó una ciudad sin interés militar y la arrasó. Este acto, provocó un escándalo mundial e inspiró a Pablo Picasso en su célebre cuadro. Durante la campaña vasca, Mola, el único general que podía competir con Franco en el liderazgo del bando nacional, murió en accidente de avión.  Tratando de distraer fuerzas nacionalistas de la campaña del norte, los republicanos organizaron la ofensiva de Belchite en Aragón. El fracaso fue total y finalmente las tropas franquistas tomaron todo el norte del país. La conquista del norte tuvo graves consecuencias para la República.
De Teruel a la batalla del Ebro

En diciembre de 1937, tuvo lugar una ofensiva republicana en Teruel. Las condiciones climáticas marcaron una ofensiva que finalmente fracasó. Tras asegurar el dominio de Teruel, Franco lanzó un ataque general en Aragón. El éxito fue fulgurante y el 15 de abril de 1938 las tropas nacionales llegaron al Mediterráneo. La zona republicana quedó partida en dos. La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de 1938. Con más de 100.000 muertos, esta fue la más cruenta de las batallas de la guerra civil y agotó definitivamente la moral y las reservas republicanas.
El final de la guerra y la redición de Cataluña.

La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se había producido un enorme y patético éxodo de población. Más de 500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos de concentración. Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas en el bando republicano. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El objetivo era que el conflicto español quedara integrada en la inminente guerra europea y mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República española encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra. Contra esta posición, y defendiendo la negociación de la derrota con Franco, el coronel Casado dio un golpe contra el gobierno de Negrín. Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid y el 1 de Abril de 1939 terminaba la sangrienta guerra. Una larga dictadura vino a sustituir al ensayo democrático de la segunda república.



2. Evolución política de las dos zonas durante la guerra civil
En el bando republicano el gobierno de la República perdió el control de la situación y el poder real quedó en manos de comités obreros. El golpe y el estallido de la guerra provocaron la destrucción de las estructuras estatales de la II República. En el bando nacional el poder quedó en manos de un grupo de generales, que, establecieron un estado autoritario y militarizado.
La zona republicana.
El golpe militar desencadenó en la zona republicana una verdadera revolución social. Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar los elementos esenciales de la economía: transportes, suministros militares, centros de producción. Mientras el gobierno se limitaba a ratificar legalmente lo que los comités hacían de hecho. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. En las zonas socialistas se llevó a cabo la socialización de la tierra y su producción y en las zonas anarquistas tuvo lugar una colectivización total de la propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero.

En septiembre de 1936 se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer ministro en España. El gran desafío del nuevo gobierno era recuperar el control y crear una estructura de poder centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el esfuerzo de guerra.  Los gobiernos autonómicos eran otro factor de disgregación. El nacionalismo vasco había optado por apoyar la República y en octubre se aprobó el Estatuto vasco. José Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari o presidente del gobierno autónomo.
En la zona republicana se enfrentaron básicamente dos modelos. Por un lado, los anarquistas con la CNT-FAI y POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) que emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas. Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por otro lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la pequeña y mediana propiedad.  Las luchas internas fueron continuas.
Tras una profunda crisis de mayo de 1937, se produjo la dimisión del gobierno de Largo Caballero. El nuevo gobierno presidido por el socialista Negrín, se inclinaba cada vez más hacia las posturas defendidas por el PCE. La ayuda soviética había hecho que los comunistas pasaran de ser la fuerza más influyente.  Los enfrentamientos entre stalinistas y trostkistas se reprodujeron en suelo español. Tras el Pacto de Múnich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales y la disminución de la ayuda soviética, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe del coronel Casado desalojó del poder a Negrín con la esperanza de negociar con Franco. El dictador, sin embargo, exigió la rendición incondicional.
La zona nacional

La muerte del general Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó a la insurrección sin un líder claro.  El 24 julio tuvo lugar una reunión de los generales insurrectos en Burgos. Allí se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se configuró como órgano provisional de gobierno de la zona nacional. Las medidas que adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio, se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidos políticos, excepto la Falange y los requetés carlistas.
En esos momentos la propaganda nacionalista acaba de configurar la justificación del golpe militar contra un gobierno democráticamente elegido. La insurrección militar ha sido en realidad un  Alzamiento Nacional  contra una República "marxista" y "antiespañola". La Iglesia Católica, duramente perseguida en la zona republicana, termina de configurar la teoría que justifica la matanza que está asolando el país: la guerra es una Cruzada para liberar a España del ateísmo.
Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble dirección: cancelación de todas las reformas republicanas, e intervención del Estado. Así,  en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población.
 El 1 de octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno del Estado español. Sus éxitos militares, el estar al frente del poderoso Ejército de África y el apoyo de Alemania explican el ascenso al poder de Franco. En adelante, el Caudillo, establece una dictadura personal basada en un régimen militar y personal. Se crea una Junta Técnica del Estado, formada por militares, como órgano consultivo del dictador.
En abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación. Falangistas y carlistas quedaron unificados en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional.  El modelo de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se imponía en la España franquista.



La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura de Franco los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del Trabajo puso fin a la libertad sindical y estableció el control del estado nacional sobre las organizaciones patronales y obreras. El nuevo régimen estableció un estado confesional. Volvió la subvención estatal de la Iglesia, se abolió el divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación volvió a manos del clero. Se establecía así lo que se vino a denominar el Nacional-catolicismo.
Por último, se creó una legislación que institucionalizó la represión contra los vencidos. En febrero de 1939 se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, por la que se designaba "rebeldes" a todos los que se hubieran enfrentado al Movimiento Nacional
3. Consecuencias de la Guerra Civil. Los costes humanos.
La Guerra Civil tuvo un balance trágico para España que se manifestó en muertes y desapariciones, el exilio de numerosos españoles, la represión y las pérdidas económicas. Hubo también algunos grupos que se beneficiaron de la nueva situación.
*Los muertos y desaparecidos: aunque en los campos de batalla se calcula que murieron unas 600.000 personas, si añadimos los fusilados, asesinados, los presos muertos a raíz de sus malas condiciones de reclusión, las enfermedades y la desnutrición derivadas de la contienda, la cifra de 1.000.000 de personas se superaría con facilidad.
*Los exiliados: muchas personas huyeron de España (450.000), temporal o definitivamente, debido en gran parte al temor a la cruel represión franquista. Los exiliados se encaminaron fundamentalmente a Francia y México y, en menor grado, a África del Norte y de la URSS (donde llegaron sobre todo niños de Asturias y País Vasco y militantes del PCE). La pérdida fue también demoledora para la vida cultural española, pues numerosos intelectuales abandonaron el país. Se calcula en torno al medio millón de españoles los exiliados por el conflicto y la represión.
*La represión: además de los fusilados en los dos bandos, hay que contar con los presos e internados en campos de concentración franquistas, los condenados a trabajos forzados, los depurados y las personas que permanecieron escondidas en desvanes, sótanos, buhardillas y hasta baúles, conocidos como topos. Algunos antifranquistas, para evitar la represión, constituyeron una guerrilla conocida como maquis que se refugiaba en los montes. En el interior tras la Guerra Civil se llevó a cabo una política represiva muy dura, hubo 30.000 fusilados y más de 270.000 encarcelados. Todavía en 1950 quedaban en las cárceles 30.000 represaliados de la Guerra Civil. Se elaboraron nuevas leyes para perseguir a cualquier actividad subversiva: Ley de las Responsabilidades Políticas (1939), Ley de la Represión de la Masonería y el Comunismo (1940).
La represión en la zona nacional se dirigió esencialmente contra los militantes obreros, políticos de izquierdas, maestros y campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca, fueron también víctimas del horror. La represión estuvo bastante organizada y controlada por las autoridades militares. Este hecho no impidió que pistoleros falangistas descontrolados protagonizaran excesos de todo tipo.
En la zona republicana los grupos que sufrieron la violencia fueron esencialmente los sacerdotes y las clases adineradas, guardias civiles y militantes de derechas. José Antonio Primo de Rivera, prisionero en Alicante al estallar la guerra, fue juzgado y ejecutado. Tras el caos inicial en el que se produjeron graves excesos, el gobierno fue controlando poco a poco la situación y la represión se atenuó.


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