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martes, 13 de febrero de 2018

7.2 LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): LOS NACIONALISMOS CATALÁN Y VASCO Y EL REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO.

7.2.            La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.

A.    Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego.
A  fines del siglo XIX, nacen en Cataluña y el País Vasco movimientos que cuestionan la existencia de una única nación española en España. El punto de partida de los argumentos nacionalistas consiste en afirmar que Cataluña y el País Vasco son naciones y que, por consecuencia, tienen derecho al autogobierno. Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades diferenciales: lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres propias. Estos movimientos tendrán planteamientos más o menos radicales: desde el autonomismo al independentismo.


Cataluña y los demás reinos de la Corona de Aragón habían perdido sus leyes y fueros particulares con los Decretos de Nueva Planta, tras la guerra de Sucesión. Durante el siglo XIX, el siglo del nacionalismo en toda Europa, el sentimiento nacionalista se reavivó entre una burguesía que estaba protagonizando la revolución industrial. A esto habría que añadir a la corriente romántica cultural, que evocaba hechos de un pasado glorioso y que, las elites locales catalanas utilizarán para asentar un poder frente al intrusismo político liberal de Madrid. El nacionalismo catalán se fue construyendo en varias etapas:

·                En la década de 1830, en pleno período romántico, se inicia  la Renaixença, movimiento intelectual, literario y apolítico, basado en la recuperación de la lengua catalana.
·                     En 1882, Valentí Almirall creó el primer periódico escrito en lengua catalana (Diari catalá) y el Centre Catalá, organización política que reivindicaba la autonomía y denuncia el caciquismo de la España de la Restauración. Su filosofía política será progresista y federalista.

·                     Enric Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista (1891) de ideología conservadora. Al año siguiente, esta organización aprueba las denominadas Bases de Manresa, programa en el que se reclama el autogobierno y una división de competencias entre el estado español y la autonomía catalana. Fuertemente nacionalista, la Unió Catalanista no tuvo planteamientos separatistas.

·                     En 1901 nace la Lliga Regionalista con Francesc Cambó con principal dirigente y con Prat de la Riba como ideólogo. Es el primer partido nacionalista catalán de carácter conservador, católico y burgués con dos objetivos principales:

o       Autonomía política para Cataluña dentro de España. La Lliga nace alejada de cualquier independentismo. Cambó llegó a participar en el gobierno de Madrid.
o       Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes. El nacionalismo catalán se extendió esencialmente entre la burguesía y el campesinado. Mientras tanto, la clase obrera abrazó mayoritariamente el anarquismo.



El nacionalismo catalán del XIX fue burgués, tradicionalista, conservador y autonomista, no independentista.




A lo largo del siglo XIX, las sucesivas Guerras Carlistas no supusieron sino derrotas para el Pueblo Vasco, tras las cuales se fueron eliminando paulatinamente los Fueros, en un complicado proceso que, iniciado por la Ley de 25 de octubre de 1839 de Reforma de los Fueros Vascos, culminó con la Ley de 21 de julio de 1876, que supuso la definitiva liquidación del ordenamiento foral. La defensa de los fueros vascos quedó ligada a la causa carlista durante el siglo XIX. La burguesía vizcaína, enriquecida por la naciente revolución industrial, fue el terreno social en el que nació el nacionalismo vasco. El desarrollo de la siderurgia vasca produjo una fuerte inmigración, sobre todo a la ría de Bilbao, y profundas transformaciones de la sociedad rural tradicional. De esta forma, el nacionalismo vasco de Sabino Arana con el P.N.V. trató de defender la tradición, el catolicismo, la lengua y el mundo rural frente a los intrusos venidos de fuera:

  • Independencia de Euskadi y creación de un estado vasco independiente en el que se incluirían siete territorios, cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra) y tres franceses (Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa)
  • Radicalismo antiespañol
  • Exaltación de la etnia vasca y búsqueda del mantenimiento de la pureza racial. Esta actitud racista implicaba la oposición matrimonio vasco y maketos (habitantes del País Vasco procedentes de otras zonas de España), rechazo y desprecio ante estos inmigrantes, en su mayoría obreros industriales.
  • Integrismo religioso católico: El lema del PNV será “Dios y Leyes Viejas” Este aspecto es un claro elemento de continuidad con el carlismo.
  • Promoción del idioma y de las tradiciones culturales vascas. Euskaldunización de la sociedad vasca y rechazo de la influencia cultural española, calificada de extranjera y perniciosa.
  • Idealización y apología de un mítico mundo rural vasco, contrapuesto a la sociedad industrial "españolizada".
  • Conservadurismo ideológico, tanto en el terreno social como en el político, que lleva al enfrentamiento con el PSOE, principal organización obrera en Vizcaya.


Regionalismo gallego.

Igual que en Cataluña, el regionalismo gallego surgió en el contexto del Romanticismo y se llamó O Rexurdimento, basándose en la denostada lengua y cultura gallega. También inició su andadura durante la Restauración y, en 1889, Manuel Murguía (esposo de Rosalía de Castro) funda la Asociación Regionalista Galega aunque con un desarrollo mucho más lento y menos arraigo social que en Cataluña o el País Vasco, debido en gran parte al atraso económico de esta región. Además  destacamos  los planteamientos de Alfredo Brañas, cuyo pensamiento no pretendía alcanzar un Estado independiente, ni siquiera un federalismo, sino un modelo descentralizado designado como autonomía.

B.    EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO.
La etapa inicial del movimiento obrero español se prolongó desde comienzos del siglo XIX hasta 1868, y se caracterizó por la aparición de las primeras asociaciones de trabajadores, por la persistencia del antimaquinismo (ludismo), por el aumento de la conflictividad laboral, por el comienzo de las huelgas y por la apertura de los primeros periódicos obreros. La represión gubernamental fue una constante, hasta que en 1839 se aprobó el decreto por el que los obreros podían formas asociaciones de socorro mutuo, que con el tiempo pasaron a ser más reivindicativas que organizaciones únicamente de ayuda. La primera de ellas fue la Sociedad de Tejedores de Barcelona.

Las primeras huelgas tienen lugar en 1855 en Cataluña, y a partir de 1868 y durante todo el Sexenio, la expansión del movimiento obrero en España conoce un fuerte impulso. La AIT (I Internacional) es una de las razones de esta expansión. Las  primeras ideas de la AIT llegan a España con influencias del  anarquismo, que fueron mayoritarias sobre las marxistas. Un anarquista italiano  Giuseppe Fannelli, va a crear la sección española de la AIT. Que tuvo más fuerza  sobre todo en Andalucía, Cataluña y Valencia. En 1870 los bakunistas españoles crearon la FRE, Federación Regional Española, (sección española de la AIT).
Por el contrario, un reducido número de internacionalistas madrileños, con Pablo Iglesias a la cabeza, prefirió secundar las propuestas ideológicas marxistas y se enfrentó a los anarquistas, mayoritarios dentro de la AIT española. Surgirán multitud de pequeños sindicatos y revistas sin conexión entre ellas. Tras la Semana Trágica formarán el sindicato de la C.N.T. en 1910.

La llegada a Madrid de Lafargue, yerno de Marx, y propagandista socialista, reforzó esta posición. Extendió los planteamientos marxistas que calaron en Madrid, País Vasco y Asturias. La figura más importante del marxismo español fue Pablo Iglesias que fundará el P.S.O.E. en 1879 y la U.G.T. en 1888. Pedían la intervención del Estado y la nacionalización de los sectores económicos más importantes.

En el mundo rural, los campesinos continuaron con unas condiciones de vida de miseria, sin tierras y asalariados. Muchos debieron abandonar el campo y fueron a las ciudades a buscarse la vida en busca de un nuevo trabajo en las fábricas, en especial hacia Cataluña y hacia el País Vasco. El anarquismo fue mayoritario entre los campesinos, por encima del socialismo.

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