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martes, 27 de febrero de 2018

7.3. EL PROBLEMA DE CUBA Y LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS. LA CRISIS DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS.


7.3.            El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis  de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.

A. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos.
Tras la independencia de la mayor parte del imperio a inicios del siglo XIX, sólo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico, y el archipiélago de las Filipinas en sudeste asiático continuaron formando parte del imperio español. Cuba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de exportación, esencialmente basada en el azúcar de caña y el tabaco, en la que trabajaba mano de obra negra esclava. Eran unas colonias que alcanzaron un importante desarrollo y que eran muy lucrativas para la metrópoli (España).  Cuba se convirtió en la primera productora de azúcar del mundo.
Las duras leyes arancelarias y las políticas proteccionistas impuestas por el gobierno de Madrid durante el siglo XIX convirtieron estos territorios en un "mercado cautivo" de los textiles catalanes o las harinas castellanas. Esta situación perjudicaba claramente a la economía local que podía encontrar  productos mejores y más baratos en los vecinos Estados Unidos.  En Cuba y Puerto Rico, la hegemonía española fue basando cada vez más en la defensa de los intereses de una reducida oligarquía esclavista peninsular, beneficiada por la relación comercial con la metrópoli.
El caso filipino era bien diferente. Aquí la población española era escasa y muy pocos capitales invertidos. El dominio español se sustentaba en una pequeña presencia militar y, sobre todo, en el poder de las órdenes religiosas.

El problema cubano y la guerra con Estados Unidos
La  Guerra Larga  (1868-1878), iniciada con el Grito de Yara y liderada por Céspedes, fue saldada,  con la actuación del general Martínez Campos que culmina con la Paz de Zanjón (78), había sido un primer aviso serio de las aspiraciones independentistas cubanas. La ausencia de reformas facilitó el que el anticolonialismo se desarrollará pese a la represión del gobierno de la restauración.
José Rizal en Filipinas y José Martí y Antonio Maceo en Cuba se configuraron con figuras claves del nacionalismo independentista filipino y cubano respectivamente. En 1895 estallaron de nuevo insurrecciones independentistas en Filipinas  y Cuba. Una dura y cruel guerra volvió a provocar que decenas de miles de soldados procedentes de las clases más humildes fueran embarcados hacia esas distantes islas. El ejército español contó con pocas ayudas de unos gobiernos que apenas podían sostener los gastos de la guerra. Muchos soldados eran jóvenes pobres de origen rural que asistían a la guerra sin formación ni con medios adecuados.
La gran novedad de esta segunda guerra colonial va a ser la ayuda estadounidense a los rebeldes cubanos. Washington ayudó a los insurrectos esencialmente por dos razones:
              Intereses económicos mineros y agrícolas. Cuba era la primera productora del mundo de azúcar.
              Interés geoestratégico. El naciente imperialismo norteamericano buscaba el dominio del Caribe y Centroamérica.
En realidad, el enfrentamiento que se aproximaba en Cuba mostraba la pugna entre un imperialismo moribundo, el español, y uno que estaba naciendo y que iba a marcar los tiempos posteriores, el norteamericano. La explosión en el navío norteamericano Maine en el puerto de La Habana, explosión que costó la vida de 254 marinos estadounidenses, propició una furibunda campaña periodística de las cadenas de Pulitzer y Hearst. El gobierno norteamericano del presidente McKinley, alentado por una opinión pública cada vez más belicista, declaró la guerra a España. El conflicto fue un paseo militar para Estados Unidos que conquistó Cuba, Puerto Rico y Filipinas.  
En Filipinas, la escuadra norteamericana derrotó a la española en la batalla de Cavite (1 de mayo de 1898) y, en agosto, los norteamericanos, ocuparon Manila.
 En Cuba, la flota del almirante Cervera, tras permanecer sitiada en Santiago, fue derrotada el día 3 de julio, y el día 17 se rendía la ciudad. A finales de julio. Ante esta situación, el 12 de agosto España pidió un armisticio y renunció a la soberanía de sus colonias.
 España firmó la Paz de París en diciembre de 1898. Por este acuerdo, España cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico, que hoy sigue siendo un estado asociado de EE.UU., Filipinas y la Isla de Guam en el Pacífico. Todo a cambio de 20 millones de dólares. Cuba alcanzaba la independencia bajo la “protección” estadounidense (Enmienda Platt y base militar de Guantánamo).
   En junio de 1899, el gobierno español, ante la imposibilidad de mantener los últimos reductos del Imperio colonial, firmó el Tratado hispano-alemán, que suponía la cesión de las islas Marianas (salvo Guam), las Carolinas y las Palaos, a cambio de 15 millones de dólares.

B. LA CRISIS  DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS.
Las consecuencias del desastre.
  • Demográficas. Se calcula que las guerras de 1895-1898 provocaron 120.000 muertos, la mitad de ellos soldados españoles. La mayoría de las muertes se produjeron por enfermedades infecciosas como la fiebre amarilla, la tisis, la disentería, etc.
  • Sociales.  La mayoría de los muertos y los heridos procedían de las clases bajas, de aquellos sectores de la población que no habían podido pagar el dinero necesario (2000 pesetas) que excluía de las quintas. 
  • Económicas. Las repercusiones económicas no fueron importantes a corto plazo, salvo la fuerte subida de los precios de los alimentos en 1898. La pérdida de las colonias supuso una importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la economía peninsular. El fin de la guerra permitió al ministro Fernández Villaverde abordar  algunas reformas necesarias en el sistema de impuestos y en la emisión de deuda, lo que supuso un saneamiento de la situación de la Hacienda. Por primera vez en mucho tiempo, el estado español tuvo superávit a principios del siglo XX.
  • Políticas. El desastre provocó el desgaste de los partidos turnantes. Así, se produjo la pérdida de autoridad y el final de la carrera de los políticos que habían dirigido la primera etapa de la Restauración, apareciendo nuevos líderes como Silvela y Maura en el Partido Conservador, y Canalejas Montero Ríos en el Partido Liberal.
  • Militares. El desastre provocó un fuerte desprestigio del ejército. El ejército, pese a las impopulares quintas, a los recursos materiales y a los sacrificios humanos, no había estado preparado para un conflicto como el ocurrido. La imagen del ejército salió fuertemente dañada del 98.
  • Psicológicas. En el plano de la psicología colectiva, el pueblo español vivió la derrota como un trauma nacional, extendiéndose los sentimientos de inferioridad, desmoralización e impotencia.
  • Internacionales. España deja de ser una potencia mundial, con territorios distribuidos por todo el mundo, y se convierte en una potencia de segundo orden.

Esta conmoción nacional provocó una profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la  obra crítica de los diversos autores que componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu, Azorín...). Propuestas de reforma y modernización política como el Regeneracionismo, con una doble vertiente de reforma política y de reforma educativa. Se criticó el bipartidismo y el caciquismo como elementos esenciales de los males de España. Se produjo también un mayor empuje y presencia de los nacionalismos periféricos, ante una evidente crisis de "la idea de España". El Regeneracionismo de Joaquín Costa fue la principal expresión de una renovada conciencia nacional que aspiraba a la reforma del país. El pensamiento de Costa se basó en una crítica radical al sistema caciquil que había impedido la implantación de una verdadera democracia basada en las clases medias y la modernización económica y social del país.
La derrota de 1898 había puesto de relieve de forma trágica y súbita todas las limitaciones del régimen de la Restauración y su parálisis a la hora de afrontar los problemas sociales y la modernización del país.
Como centro cultural importantísimo se debe señalar la Institución Libre de Enseñanza (1910), fundada por Fernando Giner de los Ríos, que defendía una enseñanza laica, coeducación, métodos de enseñanza intuitivos y supuso un intento de renovación de la sociedad española, especialmente de la burguesía, con ideales progresistas. De este Centro surgieron grandes intelectuales del siglo XX como la Generación del 27: Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Juan Ramón Jiménez, Luis Buñuel (cineasta), Salvador Dalí, José Ortega y Gasset y el científico Ramón y Cajal.





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