6.2. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868): LAS DESAMORTIZACIONES DE MENDIZÁBAL Y MADOZ. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A SOCIEDAD DE CLASES.
INTRODUCCIÓN.
Durante el reinado de Isabel II se
produjo el desmantelamiento definitivo
del Antiguo Régimen, configurándose en España el Estado liberal. Para ello, los liberales se enfrentaron a los
sectores sociales más reaccionarios, en las guerras carlistas. Una vez
derrotado el carlismo, la lucha política se va a desarrollar entre un
liberalismo moderado y un
liberalismo progresista, lo
que provocará que los cambios económicos y sociales que experimenta España en
esta época se produzcan con cierto
retraso con respecto a otros países europeos.
LAS DESAMORTIZACIONES
DE MENDIZÁBAL Y MADOZ.
España durante el siglo XIX era un
país fundamentalmente agrario con una distribución
de la propiedad de la tierra muy desigual. Los grandes propietarios desde la Edad Media eran: la Corona , la Iglesia (manos muertas), la
Nobleza (mayorazgos) y los Municipios o Concejos. Durante el Antiguo Régimen la tierra era
la principal fuente de riqueza, los terrenos de los estamentos privilegiados estaban exentos de pagar impuestos, no se podían vender y no se explotaban adecuadamente.
Por lo tanto, no es de extrañar que desde finales del siglo XVIII se viera
en la desamortización (incautación por el Estado de bienes de la
Iglesia, de la Corona y de los municipios que eran “nacionalizados” y después
se vendían en pública subasta) una vía para aumentar los ingresos
de la Hacienda ,
primero por la venta de los terrenos y después a través de los impuestos.
Además en el siglo XIX hay un grupo
social que quiere maximizar esa riqueza y desea apoderarse de esas tierras: la burguesía liberal. De ahí que con el
triunfo de los liberales triunfen las desamortizaciones.
Las primeras actuaciones
desamortizadoras se remontan a finales del siglo XVIII (Godoy, entre 1798 y 1808) y
afectaron a la Iglesia; pero durante el reinado de Fernando VII se
detuvo la desamortización de bienes eclesiásticos y avanzó la de bienes
civiles (afrancesados y liberales). Estas desamortizaciones tenían como única
finalidad recaudar dinero para hacer frente al endeudamiento de la Hacienda.
Por su parte, las desamortizaciones de la primera mitad del siglo XIX estuvieron
acompañadas de una serie de medidas encaminadas a suprimir los privilegios del
Antiguo Régimen (vinculaciones, régimen señorial, diezmos…). Las
desamortizaciones eclesiásticas sirvieron para debilitar a la Iglesia , que apoyaba la
causa carlista.
La primera de estas
desamortizaciones liberales fue la que afectó a los bienes de la Iglesia y
la llevó a cabo el liberal progresista Mendizábal en 1836.
La desamortización de Mendizábal (leyes de 1836 para bienes
del clero regular, clero que está en contacto con los fieles y de 1837 para
los del clero secular, el clero de conventos y monasterios): Se inició debido a
la crítica situación del país
desde el punto de vista económico y político. Fundamentalmente se buscaba: sanear la Hacienda (con una enorme deuda),
financiar los gastos provocados por la guerra
civil (Primera Guerra Carlista) y ganar adeptos para la causa
liberal, creando un amplio grupo de pequeños y medianos
propietarios que se convirtieran en sustento social del régimen y se
preocuparan por obtener un mayor rendimiento de sus nuevas tierras. Consistía
en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia, por lo que se
la conoce también como “desamortización
eclesiástica”, que sería culminada
en 1841, durante la regencia de Espartero. Durante la época moderada, las
desamortizaciones fueron suspendidas.
La segunda y más importante fue la
que afectó fundamentalmente a las tierras comunes de los Ayuntamientos y fue
realizada por el ministro liberal progresista Pascual Madoz
en 1855.
La desamortización de Madoz (1855-1867): Llamada “Ley de Desamortización General”, se inició
durante el Bienio Progresista e incluía
las tierras de la Iglesia aún no vendidas y las de las propiedades municipales (los
anteriormente citados bienes de propios y de comunes). La situación fiscal y
política no era tan grave como en el caso anterior, por lo que se pretendía no
sólo reducir la deuda pública, sino también crear infraestructuras para
modernizar la economía (básicamente, inversiones en el ferrocarril), con los
ingresos obtenidos, que eran
administrados por el Estado, aunque en teoría sus propietarios continuaban
siendo los ayuntamientos..
Ambas podrían haber creado una nueva clase de pequeños propietarios agrícolas, pero no fue así. Las tierras
nacionalizadas fueron vendidas en pública subasta (pagándose con deuda pública
la de Mendizábal, y con dinero la de Madoz). Esas tierras desamortizadas pasaron en su mayor parte a la antigua nobleza,
que se vio compensada por la pérdida de sus prebendas, a la alta burguesía, que había apoyado a los
liberales en la guerra carlista, y en menor medida, a medianos
propietarios (campesinos ricos). Muchas de las tierras desamortizadas quedaron en
manos de los hasta entonces insignificantes gobernantes locales que van
convirtiéndose en caciques.
Desde el punto de vista agrario, no se contribuyó a la racionalización del
tamaño de la propiedad, es más se contribuyó
a reforzar el latifundio y el minifundio en zonas donde
anteriormente existían. No se modernizó la agricultura,
ni se invirtió en nueva tecnología. La agricultura siguió siendo tradicional
y explotada por jornaleros sin tierra.
Por lo que se refiere a las consecuencias sociales de las
desamortizaciones, los campesinos sin tierra vieron
empeorar su situación; explotados por los terratenientes y sin posibilidad de emigrar a las ciudades
por no producirse un desarrollo industrial paralelo. Así, se convertirán en un caldo
de cultivo revolucionario donde se extenderán las ideologías anarquistas.
En
resumen, el proceso de desamortización de
la tierra fue un proceso largo, que duró aproximadamente cien años,
(casi hasta finales del siglo XIX), y supuso la abolición de las instituciones
jurídicas que sostenían el Antiguo Régimen, un gran trasvase
de la propiedad y la consolidación de una estructura agraria (agricultura tradicional)
vigente hasta el siglo XX.
DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA
SOCIEDAD DE CLASES.
A lo largo del siglo XIX, la población española creció
considerablemente, pasó de 10 a 20 millones
de habitantes, aunque lo hizo a un ritmo más lento que los países más
industrializados de Europa occidental, ya que se mantuvieron arcaísmos
demográficos (hambrunas hasta 1882, epidemias, elevada mortandad infantil).Este
crecimiento fue desigual por regiones,
fue mayor en el norte que en el sur,
y en las zonas periféricas que en el interior, a excepción de Madrid.
El aumento de población en las
ciudades hizo necesario romper sus antiguas murallas. Se proyectaron ensanches urbanos como los realizados por Arturo Soria en Madrid o Ildefonso Cerdá en
Barcelona. No obstante, la mayor parte de la población siguió siendo agraria.
La sociedad también se transformó y los estamentos propios del Antiguo
Régimen dieron paso a la moderna división de clases propia
de una sociedad capitalista.
La nobleza, que había perdido sus antiguos
derechos señoriales pero que había acrecentado su poder económico gracias a la
desamortización, se integró en los grupos dirigentes de la sociedad burguesa.
La Iglesia perdió gran parte de su poder
económico al disolverse algunas órdenes religiosas y perder sus bienes con las
desamortizaciones. Perdió también influencia social entre la nueva clase
proletaria y entre sectores intelectuales, pero conservó el papel educativo y durante los años de gobierno moderado, la confesionalidad del Estado como
católico (única religión oficial, ña católica).
Las clases burguesas adquirían el papel de nuevas clases dirigentes con la nueva
estructura social que se fue configurando a lo largo del siglo XIX. Si a
principios de siglo adoptó posturas políticas que tendía a acabar con los
antiguos privilegios de la
Iglesia y la nobleza, desde mediados de siglo se produjo un
desplazamiento hacia posiciones cada vez más conservadoras. Fue un grupo
heterogéneo dividido en:
· La alta burguesía
enriquecida en parte por la desamortización perdió toda iniciativa empresarial
y tendió hacia modos de vida rentista buscando el ennoblecimiento y la
equiparación social con la antigua aristocracia.
· Las llamadas clases medias fueron un sector poco numeroso constituido por
pequeños comerciantes, empresarios industriales, abogados, médicos, etc., que
ocuparon la cúspide social de las ciudades.
· La pequeña burguesía, tenderos, artesanos, funcionariado, etc.,
constituyeron grupos en los que se apoyaban las alternativas políticas
liberal-progresistas. Imitaban las formas de vida de la alta burguesía, aunque
de forma más modesta.
La mayor parte de la población (clases populares) estaba constituida, en primer lugar, por
el campesinado, y, en las zonas
industrializadas, por los obreros
industriales.
·
Los
campesinos, en gran parte jornaleros,
continuaron ocupando el estrato más bajo de la escala social. Sus condiciones
de vida eran miserables, lo que provocó numerosas revueltas en el campo
(creación de la Guardia Civil
en 1844 para mantener el orden de las zonas rurales).
·
El
número de obreros industriales creció
enormemente a partir de 1840, sobre todo
en Cataluña. Antiguos campesinos y artesanos emigraron a las ciudades
(éxodo rural) en busca de mejores condiciones de vida y salarios más altos. Sin
embargo, las condiciones de trabajo en las fábricas y de vida en sus míseras
viviendas son tan terribles que poco a poco van tomando conciencia de su injusta situación y se van agrupando
en asociaciones que defiendan sus derechos: sindicatos (los primeros sindicatos
ilegales surgen en Cataluña y participarán a partir de 1842) y en mutuas
obreras. Los gobiernos moderados los perseguirán. En estos grupos calarán las
ideas socialistas (marxismo, socialismo y anarquismo). Todos ellos pedían una
transformación del sistema capitalista y una mejora en la situación de la clase
obrera.
·
Había
también un sector de la población marginado:
mendigos que iban de una ciudad a otras (cerca de 100.000 pobres).
No hay comentarios:
Publicar un comentario