10.1.
La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio
reformista (1931-1933).
La proclamación de la II República se produjo mediante plebiscito electoral. Tras
la dimisión de Primo de Rivera la imagen del monarca Alfonso XIII se encontraba
tremendamente deteriorada por su connivencia con la Dictadura. En este clima se
celebraron las elecciones municipales
del 12 de abril de 1931, en las que una conjunción republicano-socialista
resultó victoriosa en las principales ciudades del
país.
El rey captó el descontento del pueblo y optó por el exilio, lo que facilitó la inauguración pacífica del nuevo
régimen el 14 de abril. Inicialmente tomó
las riendas un Gobierno Provisional formado por
miembros del Pacto de San Sebastián,
que incluía entre otros a antiguos monárquicos como Alcalá-Zamora,
republicanos tradicionales moderados como Martínez Barrio,
republicanos intelectuales de la talla de Manuel Azaña,
regionalistas como Casares Quiroga y
socialistas ilustres como Indalecio Prieto y Largo
Caballero. La misión de este gobierno de coalición no fue otra
que organizar la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes para
legitimar el nuevo régimen. Estas se celebran en junio de 1931 y se resuelven
con un nuevo triunfo de la coalición gobernante.
El nuevo régimen nacerá con un
fuerte apoyo popular
y una firme pretensión de modernizar la política del Estado, procurando sustituir
la todavía sociedad caciquil, tradicional, rural y agraria por una sociedad de masas más laica,
participativa, industrial y urbana.
En líneas generales su desarrollo presenta tres etapas marcadamente diferenciadas: el bienio
reformista (1931-33), el bienio radical-cedista
(1933-36) y el Frente Popular (últimos
meses). Durante la II República, se agudizó la lucha de las dos Españas (Izquierda
y Derecha) que, al radicalizarse, condujo a la Guerra Civil.
La Constitución
de 1931 y el bienio reformista (1931-33).
El primer objetivo del gobierno provisional será la promulgación de un nuevo texto constitucional que tendrá en
el jurista socialista Jiménez de Asúa a
su principal redactor. La Constitución
republicana de 1931 destaca por su enorme
progresismo, mayor incluso en algunos apartados que la vigente ley de
1978. Concretamente entre sus rasgos más significativos podemos mencionar:
·
-La definición de un régimen democrático, parlamentario, laico, moderno y
descentralizado.
·
-El establecimiento de la soberanía nacional y una
marcada separación de poderes
en la que el ejecutivo recaerá en los presidentes del Gobierno y de la
República, un legislativo unicameral representado por el Congreso
de los Diputados y un poder judicial en cuya cúspide se ubicaba el Tribunal
Supremo.
·
-El reconocimiento del sufragio universal, si bien será necesaria
una posterior reforma para que las mujeres accedan al voto,
hito que logran en 1933.
·
-La elección del
presidente de la República de forma indirecta a través de compromisarios y
miembros del parlamento.
·
-Una nueva ordenación
territorial en la que se contempla la concesión de estatutos de
autonomía como los de
Cataluña (1932) y País Vasco (1936).
·
-El reconocimiento de una amplísima nómina de derechos individuales,
así como toda una serie de derechos sociales que incluían seguridad social,
protección del trabajo infantil y femenino, limitación de la jornada laboral y
la estipulación de un salario mínimo.
·
-La anteposición de los
intereses económicos nacionales sobre los privados, posibilitándose las nacionalizaciones
de empresas o sectores económicos.
·
-Una tajante separación Iglesia-Estado que traerá cola,
puesto que amén de la libertad de cultos y la no confesionalidad estatal, el
nuevo texto pone fin a los subsidios al clero, prohíbe la enseñanza a las órdenes religiosas, admite el divorcio, los cementerios civiles e insta a la
disolución de los jesuitas.
Tras las elecciones se elige a Alcalá-Zamora como presidente de la República
y Azaña como jefe de Gobierno. El nuevo gobierno pretendió desarrollar una
batería de reformas que modernizaran el país:
1.
Reforma agraria: en este campo el gran
objetivo fue la redistribución de la propiedad agraria a partir de una Ley de Reforma que pretendía
satisfacer fundamentalmente a los jornaleros sin tierras. Debió ceñirse a los
latifundios meridionales, pero se intentó aplicar en todo el país y contará con
la oposición de pequeños y medianos propietarios fundamentalmente
castellanos. Finalmente no cuajó, dejando insatisfechos tanto a
terratenientes como a jornaleros.
2.
Reformas
laborales: promovidas sobre todo por el ugetista Largo
Caballero con el objetivo de crear un nuevo marco de relaciones
laborales entre empresarios y trabajadores al tiempo que se extendían los
beneficios de la legislación laboral al campo. Entre sus principales medidas
destacan la Ley de Contratos de Trabajo, la Ley de Jurados Mixtos, la Ley de
Términos Municipales y la Ley de Accidentes del Trabajo.
3.
Reformas
militares: alentadas por Azaña
en calidad de Ministro de Guerra a la par que Presidente del Gobierno, se
encaminaron a la defensa de un estado más civil. Para ello se redujo el
número de oficiales profesionales, facilitando su retiro voluntario, medida que
causó gran recelo entre los militares. Además se abogó por modernizar el equipamiento militar, las escalas y
someter la jurisdicción militar a la civil. Asimismo, a fin de lograr una mayor
fidelidad a la República, se obligó a los militares a jurar fidelidad al nuevo
régimen. Curiosamente muchos opositores del sistema accedieron al juramento con
la intención de conspirar desde dentro. También se promovió una reorganización
de la administración y de la enseñanza militar, cerrándose instituciones como
la Academia Militar de Zaragoza que dirigía entonces el General Franco y se
creó un cuerpo adicto a la República encargado del orden público, la Guardia de Asalto.
4.
Reforma
religiosa: con el objetivo de promover un Estado laico se
adoptan una serie de medidas comenzando por la propia Constitución y otras
leyes complementarias como la Ley de Congregaciones Religiosas (1933), la Ley de Divorcio (1933), la
secularización de los cementerios, la supresión
de la obligatoriedad de la enseñanza religiosa y la retirada de crucifijos
y otros símbolos religiosos de las instituciones educativas. La cuestión
religiosa desatará notables conflictos tempranamente, derivando en algunas muestras
de anticlericalismo popular que se materializaron en quema de conventos e
iglesias en mayo de 1931.
5.
Reforma
educativa y política cultural: encaminada también
hacia un mayor laicismo. En materia estrictamente educativa tuvo
particular influencia la Institución Libre
de Enseñanza con un programa que, siguiendo el modelo francés, proponía
un sistema educativo unificado, público, laico, progresivamente mixto y
gratuito al menos en la enseñanza primaria. Para ello se realizó un
importante esfuerzo económico para la formación de profesores y maestros, la
construcción de escuelas, la dotación de becas y la difusión de libros a
través de bibliotecas públicas. Maestros y profesores supusieron un gran apoyo
del Régimen, lo que explica que fuera un grupo harto represaliado por el
Franquismo.
6.
Reforma
autonómica: que afectará principalmente a regiones como Cataluña, País Vasco y Galicia. En el
escenario catalán se consigue el ansiado Estatuto en septiembre de 1932,
mientras que en el País Vasco la concesión llegar tardíamente en octubre de
1936 más que por convicción, para atraer al nacionalismo vasco a la causa
republicana iniciada la Guerra Civil. Finalmente para Galicia se aprueba un
Estatuto en febrero de 1938 que no llegará a aplicarse ante la temprana
inclusión de la zona en el bando franquista.
7.
Impulso de las
obras públicas: a cargo del socialista Indalecio Prieto con el
objetivo de extender el regadío y llevar a cabo toda una serie de obras
hidráulicas (pantanos, trasvase Tajo-Segura) que continuará el Franquismo.
El gobierno reformista toca a su fin cuando fundamentalmente dos
problemas precipitan su crisis:
Por un lado, asistimos al reagrupamiento de la derecha antiliberal,
patente en algunos intentos de insurrección militar como la “Sanjurjada” (golpe de estado del
general Sanjurjo en Sevilla
en agosto de 1932) y en la formación de diversos grupos políticos afines
al fascismo, como las JONS de Ledesma
y Redondo, la Falange Española
de José Antonio Primo de Rivera o la Renovación
Española de Calvo Sotelo.
También irá afirmándose la derecha católica conservadora representada por Acción
Popular, base de lo que luego será la CEDA liderada por Gil Robles.
Por otro lado, tuvo lugar la ofensiva sindical e
insurreccional de la CNT, promotores de la acción directa, la huelga general e incluso llegan
a proclamar un comunismo libertario que en ejemplos como Casas Viejas (Cádiz)
será reprimido con dureza.
Estos problemas contribuyen decisivamente a que el gobierno convoque elecciones en noviembre de
1933, primeras en las que las mujeres pueden votar, y que se saldaron con
el triunfo de la coalición de centro-derecha encabezada por el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de
Gil Robles.
Las grandes realizaciones culturales
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